y escapaba de lo oscuro,
respiraba aire puro
sin preguntar por qué ni dónde.
Me preguntó por qué y dónde
aire puro respiraba,
escapando de lo oscuro mientras,
en un sueño, a los montes regresaba.
Me saludaba -¡qué saludo el suyo!-
el lindo y colorido colibrí
moviendo sus alas con rapidez, sí,
¡y no armaba barullo!
con rapidez sus alas?
Sí, lo hacía el colibrí lindo
y con su vuelo me saludaba.
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